A Cierta Edad...
Dicen que a cierta edad las personas nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida, que declina y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años muy jóvenes, las figuras delgadas y espectaculares...Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo... Es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora, nunca me sentí tan protagonista de mi vida.Descubrí que no soy la princesa de cuento de hadas de las quinceañeras (¡¡Por suerte!! Debe ser muy aburrido) Descubrí al ser humano que sencillamente soy, . Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecta, de estar llena de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás.Y a pesar de ello... ¡quererme mucho!Cuando me miro al espejo ya no busco a la que fui... sino que Sonrío a la que soy... Celebro la posibilidad de elegir, a cada instante quien quiero SER, me alegro del camino andado, de tanto sufrimiento de tantas lagrimas derramadas de que nada ha sido fácil en mi vida, de los errores, y de la experiencia que me han dado estos años.Asumo mis contradicciones. Valoro lo recorrido. Tan mal no ha ido ... porque aun ¡Estoy acá! ¡Qué vivo sin la obsesión de la perfección! Después de todo cuando decidí, que no quería la perfección, comencé a accionar y a alcanzar objetivos, como bajar esos casi 45 kilos que tanto pesaban en mi vida! ¡Qué bien no sentir ese desasosiego permanente que produce correr permanentemente buscando que todos te quieran! ¡¡¡Qué bueno está empezar a quererse y valorarse . ¡Qué maravilloso reconocer que la felicidad está tan cerca nuestro, tan relacionada con nuestras búsquedas y nuestros mágicos encuentros interiores! ¡Qué suerte haber comprendido que la magia y el poder no están afuera, sino dentro de mí!
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