sábado, 18 de octubre de 2008

El Arco de la promesa.



Y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado… y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda.
Imagínate que vives en este mundo, pero que no existen colores. No hay color en el cielo, ni en el mar ni en el horizonte. Este mundo sería un hueco sin nada que lo hiciera agradable. Así se torna nuestra vida cuando la aflicción toma nuestro corazón.
Noé y su familia tuvieron que enfrentar esa aflicción cuando vieron como el mundo se hundió bajo sus pies. Aquel puñado de seres humanos debe de haber sentido inseguridad y temor, y también dolor, por lo que había sucedido con el diluvio. Tal vez al salir del arca la señora de Noé titubearía en su paso pensando en el cuadro con el que se iba a encontrar. Dios había sido maravilloso con ellos al salvarlos, pero no es fácil ver que todo tu mundo se destruyó.
Dios es maravilloso. Les dio la visión más hermosa que jamás habrían podido tener. Ese día creó algo nuevo y sorprendente para ellos y las generaciones futuras. Cada vez que sintieran miedo o aflicción por la tormenta, solo tenían que alzar su rostro y ver aquel conjunto de hermoso color mezclados y unidos con perfección en forma de comba, y que parecía abrazarlos dondequiera que estuvieran: el arco iris.
Hasta nosotros llega el mismo mensaje hoy: “Dios no desea que ninguno de nosotros permanezca postrado a causa de la intensa aflicción, con los corazones transidos de dolor. El quiere que miremos hacia arriba y veamos el arco de la promesa, y que reflejemos la luz para otras personas”
Así, el arco iris continúa siendo un símbolo del perpetuo amor de Dios hacia nosotros. Es, además, símbolo de fortaleza y confianza en Dios cuando se ha vivido en la tormenta.
¡Es tan hermoso saber que, después de la lluvia, saldrá con toda seguridad el bello arco iris! Cuando nos equivocamos, Jesús señala al arco iris que hay en el propio trono de Dios como símbolo de amor para con el pecador que se arrepiente.
La próxima vez que veas el arco iris, recuerda que Dios no quiere que sigas afligido por los pecados o por la desesperación. ¡Hoy quiere que mires hacia arriba!
Dios te bendiga,

martes, 14 de octubre de 2008

La Semilla de cada acto...



Cada acto, cada palabra, cada sonrisa,
Cada mirada, es una semilla.
Cada una tiene en sí el poder vital y germinativo.Procura, entonces, que caiga tu semilla
En el surco abierto del corazón de los hombres, y vigila su futuro.
Procura, además, que sea como el trigo que da pan a los pueblos y no produzca espinas y cizañas que dejen estériles las almas.
Muchas veces sembrarás en el dolor, pero siembra, traerá frutos de gozo.
A menudo sembrarás llorando, pero...¿quién sabe si tu semilla no necesita del riego de tus lágrimas para que germine?
¿Rompió el alba y ha nacido el día?, salúdalo y siembra.
¿Llegó la hora cuando el sol te azota?
Abre tu mano y arroja la semilla.¿Ya te envuelven las sombras porque el sol se oculta?
Eleva tu plegaria y siembra.Si eres niño, siembra, tus propias manos recogerán el fruto.
Si ya eres viejo, las manos de tus hijos lo cosecharán.Cada acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada, fructificará según como lo siembres.Ve y arroja el grano, ve abriendo el surco y siembra.
Y cuando llegue el atardecer de tu vida, enfrentarás la muerte con los brazos cargados y una amplia sonrisa, como el sembrador que, dejando las labores al terminar el día, se acerca cargado y sonriente a la dulce cabaña donde lo espera la amada esposa y la sabrosa cena.
Cada acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada es una semilla

sábado, 4 de octubre de 2008

Los desafios....



Cuanto más difícil es el desafío que enfrentas,
Más clarificas tu visión.Si algo te ofende, te molesta, te enoja o te disgusta, pregúntate por qué. ¿Por qué se opone a tu visión sobre cómo debería ser la vida? Aquello que produce en ti una respuesta negativa, puede ayudarte a comprender y fortalecer tu propia visión positiva de la vida. Piensa en el diamante, una de las piedras preciosas más raras que existen y la más dura de todas las substancias conocidas. Los diamantes son una forma cristalina de carbón puro. ¿Cómo hace el mismo carbón del grafito negro y blando de tu lápiz para convertirse en un diamante claro y duro? Ocurre sólo a temperaturas extremadamente altas -más de 1.500 grados Celsius- y bajo una enorme presión -más de 65.000 veces la presión atmosférica normal. Sólo entonces los átomos del carbón se alinean de la manera adecuada para conformar un diamante claro y brillante. Del mismo modo, sólo cuando es expuesta a los desafíos y presiones de la vida, tu visión se vuelve clara, fuerte e inquebrantable. Todo aquello que te incomoda fuertemente afecta tu visión y sirve para clarificar tu verdadera esencia. Sé un diamante en construcción.
Permite que los desafíos saquen a relucir lo mejor de ti